La piel es el órgano más grande del cuerpo humano.
En ella se encuentra el sentido del tacto que recoge información, mediante sus células receptoras, de los estímulos del entorno.
Normalmente solemos pensar en el tacto únicamente en acciones que intervenga tocar algo, pero va mucho más allá. Son tan perfectos estos receptores que muchas veces no necesitan "tocar" nada. Si salgo a la calle sin abrigo en invierno, mi piel se erizará y notaré frío. No estoy "tocando" nada (realmente sí lo estoy tocando) pero los receptores se estimularán por la temperatura ambiente del aire y mandarán esa información al cerebro.
Por tanto, el sentido del tacto se encarga de saber la forma, temperatura, rugosidad, etc., de un objeto. Pero además también del dolor o la presión.
¿Sabíais que las cosquillas están estrechamente relacionadas con el dolor?
Los receptores de las cosquillas son los mismos que los del dolor y activan la misma parte del cerebro (hipotálamo). La diferencia radica en la potencia del estímulo (dicho de forma muy amplia).
De todo lo que hay en el dibujo, sólo nos interesa saber que la piel es el órgano del tacto y que contiene células receptores específicas para cada estímulo: calor, dolor, presión, textura...
¿Cómo funciona la piel?
Los estímulos llegan a la piel y pasan a las células receptoras. Las células receptoras transforman estos estímulos en energía que envían al sistema nervioso a través de la médula espinal. De allí viajan al cerebro y el cerebro emite una respuesta que puede incluir nuevamente a la piel.
Por ejemplo, salimos a la calle poco abrigados, la piel nota el frío y las células receptoras de la piel envían esta información a la médula espinal y de allí al cerebro. El cerebro manda la orden de protegerse contra el frío y la piel se eriza para poner los pelos de punta. (La orden no servirá de nada porque ya no tenemos tanto pelo, pero si tuviéramos tanto pelo como un mono o un oso, al poner los pelos de punta conservaríamos más calor corporal).
MÁS COSAS CURIOSAS
A veces habréis visto que se os pone la piel de gallina sin ningún motivo. Es decir, se erizan los pelos sin que haga frío o sin que tengáis miedo de nada.
La explicación es simple: el vello corporal se eriza o bien para reducir la fuga de calor corporal (es un recuerdo primitivo pues ya no tenemos tanto pelo) o bien para aparentar más tamaño y así dar más miedo.
Vuestro cerebro, incluso aunque no haya nada que temer, nota algo extraño que le hace suponer que está en peligro o bien recibe un estímulo desagradable que quiere que se vaya (por ejemplo, la tiza raya de forma desagradable la pizarra). Por eso envía esa respuesta a la piel, para aparentar que somos más grandes y peligrosos y ver si así ahuyentamos al causante de ese estímulo (desgraciadamente también es una respuesta primitiva pues tampoco tenemos tanto pelo como para asustar de esta forma).
Os dejo, sin embargo, otros animales que sí asustan mucho cuando erizan sus pelos.
¿Os acercaríais a un gato que está con esos pelos y esa posición?
Si la respuesta es sí, espero que tengáis muchas tiritas y desinfectante.
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