La prehistoria comienza con la aparición del ser humano y termina con la invención de la escritura.
Por tanto, abarca desde que el ser humano apareció hace unos 5 millones de años (veréis que estas fechas varían bastante según se mire la aparición del género Homo o de sus ancestros) y termina con la invención de la escritura hacia el 3.500 a.C. (aunque hay escrituras no identificadas anteriores, hacia el año 3.200 a.C.).
La Prehistoria se dividide en: Paleolítico, Neolítico y Edad de los Metales (hay más divisiones pero sólo vamos a estudiar las que he dicho).
PALEOLÍTICO
Los primeros seres humanos no sabían cultivar ni tenían rebaños, por lo que se alimentaban de lo que podían cazar o recolectar. Cuando la caza, la pesca o los frutos de los árboles (raíces, semillas, etc.) se agotaban, debían marcharse a otro lugar en busca de alimentos.
Por tanto vivían en las cuevas de los territorios por donde se movían y en tiendas que confeccionaban ellos. Eran nómadas, cazadores y recolectores.
Seguían los cursos de los ríos (necesitamos agua para vivir) y se alimentaban principalmente de moluscos y de lo que podían recoger (recordad que los mejillones no corren).
En las películas se suele alimentar la idea de los poderosos guerreros que mataban tigres dientes de sable o algún mamut, pero lo cierto es que cazarían presas fáciles: animales moribundos o recién nacidos (nadie quiere ir a enfrentarse a un animal que puede matarte fácilmente). No obstante sí sabían usar venenos y hacer trampas que les permitían cazar animales de mayor tamaño que ellos.
Los materiales que usaban eran lo que tenían a mano: pieles, huesos, madera y piedra.
En el paleolítico descubrieron cómo hacer fuego y usarlo. Algunos historiadores dicen que el dominio del fuego es el mayor descubrimiento de la historia.
Gracias al fuego pudimos protegernos de los demás depredares (casi todos los animales temen al fuego), pudimos entrar en calor y ver por las noches. Pero lo más importante fue el papel que jugó en la comida.
La carne cruda es tremendamente indigesta y dura para comer, aparte de que puede contener bacterias dañinas para nuestro organismo (es muy fácil intoxicarse comiendo carne cruda si antes no se ha tratado de alguna forma). Gracias al fuego la carne quedaba más blanda (necesitábamos menos desgaste físico para masticarla y tragarla, por eso nuestra mandíbula se fue haciendo más pequeña) y era más sana.
Pasamos de estar unas doce horas al día masticando a apenas dos horas. ¿Y qué hicimos con las otras diez horas? Comenzamos a pensar más.
Además, el fuego tiene la extraña propiedad de atraernos a él, de sentarnos en corro alrededor suyo y vigilarlo para que no se apague. Nos unió y ayudó a acrecentar los grupos.
Los materiales que se hacían eran de piedra percutida. Las afilaban golpeándolas unas contra otra.
Hacha bifaz (dos caras) del Paleolítico.
También usaban huesos para hacer agujas, anzuelos... Pieles para las tiendas y para confeccionar ropa y madera..
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