En España existía la ley sálica, que impedía que reinaran las mujeres. Fernando VII no tuvo hijos varones, por lo que derogó esa ley para que su hija Isabel pudiera gobernar.
Esto no sentó nada bien a su hermano, el infante don Carlos María Isidro. Así comenzaron las guerras carlistas que enfrentaron a isabelinos y carlistas.
A pesar de ello, Isabel II sube al trono en 1833. Su reinado está marcado por la lucha entre:
Moderados: liberales que querían aumentar el poder de la reina.
Progresistas: liberales que querían consolidar una monarquía constitucional (el poder de la reina debía estar limitado por una constitución).
Estas luchas provocaron que hubiera diversos pronunciamientos militares y cambios de gobierno.
En 1868 hubo una revolución popular (La Gloriosa) y la reina abandona España.
Isabel II (1860 aproximadamente).
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